14 de noviembre de 2012

GRANDES...



Como una fuente de vida,
el aguaor junto al paso,
derrama bien tan escaso
en infinita bebida.
La sequía esta perdida
si se encuentra al aguaor:
su cántaro, como flor
despierta cuando amanece,
al buen costalero ofrece
agua, descanso y frescor.

¡Pararse ahí!, la expresión
hace hablar a la cuadrilla.
En el suelo, de rodillas
reciben su bendición.
Y el aguaor, con la unción
de un sacristán callejero,
llena el jarrillo entero
y lo pasa de uno a uno.
Así se alivia el ayuno
y el sudor del costalero.

Tres golpes, y el buen jarrillo
acaba su itinerario.
Vuelve al curtido sagrario
de nuestro aguaor sencillo.
Le sigue como un hilillo
de agua en su caminar.
Mejor no podía expresar
lo que sabe de costales:
derramando los caudales
de su cántaro al andar.

¡Tú las Bienaventuranzas
las sabes de nacimiento!
¡Das de beber al sediento
y la misma gloria alcanzas!
¡Pon en él tus esperanzas,
costalero, entre sus manos!
¡Ay, aguaor veterano!
¡El corazón de Sevilla
te llama en cada cuadrilla
nuestro buen samaritano!

(Antonio Santiago. Pregón del Costalero 2006)

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